Soy una chica felíz, con miles de colores en la mirada que me permiten disfrutar la vida de manera diferente, con miles de sonrisas para compartir con quien se deje, a veces un poco rara, pero al fin y al cabo felíz...

jueves, noviembre 17, 2005

al despertar

Ayer tuve en gran sueño y desperté. Desperté un poco torpe, lenta y vagante de mente y espíritu, porque despertar es una transición un tanto compleja; pasar de un mundo a otro requiere de habilidades espirituales bien entrenadas en el campo de la concentración, la voluntad y muchas veces, de la resignación. Y me encontré en medio de un espacio lleno de nostalgia, en un mundo eternamente cambiante, en donde la percepción de los colores vivientes se torna confusa con el movimiento de los instintos y los sonidos llegan al consciente como retazos de una latente memoria ajena.

Desperté y sentí mis manos con las que hablo en las sombras, sentí mis alas con las que me impulso, mis piernas con las que me levanto y caigo, mis labios que me queman a capricho, mis ojos, esos enormes ojos en donde me asomo cuando la curiosidad juguetea con mi mente y en donde me inundo cuando ya nada juguetea en mi, y sentí mi corazón con el que vuelo, aparesco y desaparesco, mi cabello que refugia mi rostro en la pena, y me sentí toda yo... yo en la mente, yo en la imaginación, yo en lo tangible...

Pero pronto mis sentidos se agudizaron y todos aquellos matices a mi alrededor se tornaron nítidos y voluminosos, el tiempo empezó a congelarse y la luz apareció ante mi aliento...empecé a perderlo... a perder mi vuelo. Y es que de pronto ante tanta consciencia en medio de un escalofrío, noté mi ausencia; y es que no me encontré en el alma. Y es que no te encontré en mí.

No hice más que suspirar... la paciencia es una virtud de desalmados, así que en lo virtuoso de mi condición espero el regreso del ser que incentiva mi andar, para así, poder encontrarme de nuevo al despertar...