alma revolucionaria
Ya no quiero pensar más en las reglas, en las normas, en esas líneas que día a día van marcando el rumbo de tu vida. Y es que cumplirlas al pie de la letra es imposible ya que definitivamente la perfección no puede existir en esta alma humana, y por otro lado, las reglas también se inventaron para romperse, ya que de no ser así, no habría memoria alguna en la historia del mundo de las grandes revoluciones, gestadas a partir de un pensamiento siempre en contra de las normas, que le asigna a la libertad y a la rebeldía un valor paradójicamente similar, al menos a mi gusto.
Así que supongo que si han existido tantos humanos capaces de abandonar el sentimiento de sumisión que a la larga, las reglas dejan crecer en la consciencia, yo también podré hacerlo en pro de la libertad, la individualidad y el respeto a las ideas, cualquiera que estas sean. Y bueno, a final de cuentas, todos rompemos reglas. Lo curioso de todo esto es que crecemos aprendiendo como hacerlo, sin que nos atrevamos a aceptarlo; tal vez miedo, tal vez valentía...
Pero mientras decidimos hacer añicos las enseñanzas familiares en defensa de la moral y las buenas costumbres, me parece que la vida nos brinda el tiempo exacto para gestar, analizar, corregir, sopesar, comprobar y aceptar nuestras propias reglas, de nuestro propio mundo, en base a nuestra propia realidad y a nuestro único yo.
Pero que duro resulta tener consciencia de que lo que nos rige como individuos independientes, generalmente es muy distinto a lo aprendido en el núcleo familiar... será que de nada sirven tantos años de aprendizaje al respecto? o será que esos años son el todo de nuestra independencia ideológica? La vida está llena de contradicciones, y esta suele ser una de ellas, y a mi me reconforta saber, que a pesar de todo, mis propias normas son más simples y menos contradictorias que las del resto del mundo en el que aún comparto mi existencia.
A partir de ahora, soy una revolucionaria más!